Iñaki C. nazabal

XXV

Hace poco una amiga me decía “el dolor nos persigue”.. yo creo que sólo lo hace si pretendemos huir de él. Si no, se limita a acompañarnos.

Recuerdo que yo corría, y él me echaba mano.. y aceleraba y daba igual, siempre me alcanzaba.

Una vez, dolorido de tropezar intentando esquivarle, decidí parar.. llegó hasta mí y se quedó ahí plantado.. mirándome sin expresión.

Le hice un gesto, levantando el mentón, para ver qué quería, y me respondió imitándome con indiferencia. Repetí el gesto varias veces, acentuándolo, y su respuesta era siempre la misma.. llegó un momento que parecíamos dos adolescentes retándonos.

Le observé de arriba a abajo con cierto tinte de desprecio, él me miraba como lo hace un funcionario cuando sabe que te está tocando las pelotas pero no está en su mano dejar de hacerlo.. le hice un par de amagos, payaseé, creo que hasta le escribí una canción, con mi gorro cargado de amuletos..

Con el tiempo, yo le contaba mis cosas, él a mí las suyas.. aprendimos a conocernos. Ahora somos casi coleguitas, aunque sólo sea por el roce.

El otro día le comenté
- Mira que empezamos mal tú y yo, eh?
- Bueno, ya sabes.. ningún arte se domina con la intención, es necesaria la experiencia.
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