Cuantos más momentos de ternura genuina tengamos, más momentos sagrados vivimos. Jorge Carvajal
Más allá de la pasión o el arrebato, los momentos de tierno cariño perduran en la memoria y, al recordarlos, se estiran. Un instante de auténtica ternura transcurre despacio en el recuerdo, empapándonos de una emoción que parece eterna.
Un regazo, un hombro, una caricia, se convierten así en un paraíso al que podremos volver cuando lo necesitemos.