Iñaki C. nazabal

en cada esquina un maestro 123

La vida, como el mar, siempre nos trae momentos de sentir que estamos a la parte baja de la ola, pero volvemos a subir y sonreír, con su balanceo. Maite Fruitós

Me crié junto a un mar bravo y rotundo, de olas graves y sonoras, en continua muestra de poder. No eran necesarias historias ni leyendas para saber que nos encontrábamos frente al ser vivo más poderoso del planeta.
Cuando la marea está bajando, el Cantábrico curva la cresta de sus olas y las lanza contra el agua que vuelve como castigándola, protestando enfadado, motivándose para su trabajo de siglos.. rompe en ruido de trueno sobre sí mismo.
Ése es el momento y lugar del juego. Unos se lanzan contra la ola como saetas, atravesando la cresta en el aire y penetrando en el agua como filos; otros (también los mismos, en otro momento) buscan el punto donde la ola rompe: el agua te hunde, te zarandea, te saca el aire, te golpea hasta desorientarte, y llegas a la orilla envuelto en una espuma chispeante e inofensiva, infantil.. el momento de incorporarse, sonreír (quizá lanzar algún grito salvaje) y empezar de nuevo.
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