Iñaki C. nazabal

Io Khe Tsé XXXII

La verdad como tal no existe. Al menos, como algo inamovible que nos permita decir “esto es así y no de otra manera”.
Hay una verdad por cada uno de nosotros. Desde que nacemos todos somos diferentes unos de otros, únicos. Fruto de una serie de combinaciones de posibilidades infinitas que, por azar o por cualquier otro motivo, han coincidido de una manera concreta para dar forma a lo que somos.
A medida que avanzamos en el camino, cada recodo, cada paisaje, cada piedra.. nos proporcionan experiencias que no sólo moldean nuestra verdad actual, sino nuestra manera de entender y sentir lo que vendrá.
Así, incluso la distancia y el tiempo, por más que los cuadriculemos en medidas inventadas (y por lo tanto condicionadas por una manera de entender la verdad) han de ser tenidos por conceptos relativos.
Un segundo, minuto, hora.. ¿duran siempre lo mismo? ¿Dura lo mismo el último minuto de esperar a nuestra pareja que el que pasa desde que la vemos aparecer hasta que llegamos a abrazarla? ¿Cuánto dura un abrazo?
¿Es igual de largo un kilómetro cuesta arriba que cuesta abajo? ¿Pueden dos almas estar a más de nueve mil kilómetros y sentirse cerca?
Más allá.. ¿puede uno sentir como real la presencia de quien no está y al mismo tiempo dolerle su ausencia?
Site Meter