Iñaki C. nazabal

en cada esquina un maestro 137

Abrir tu corazón significa detener el esfuerzo de cerrarlo. Toni Roberson (Gangaji)

Nacemos con un alma dispuesta a sentir, a amar, con todo lo que ello supone. Con el tiempo, hay quien pretende educarla, corregirla, y poco a poco la va cerrando, para evitar el dolor, sin darse cuenta que el dolor y el placer, lo “bueno” y lo “malo”, entran por la misma puerta.
Una puerta en la que, por más que nos empeñemos, siempre queda abierto un resquicio (nadie es capaz de no sentir absolutamente nada). Y al ser nuestra intención cerrarla, sólo vemos cómo se cuela lo que no queremos, sin apreciar lo que le acompaña, y redoblamos nuestro esfuerzo en una misión que, en el fondo, sabemos imposible, sumando al desgaste del esfuerzo la frustración que provoca no conseguirlo.
Me pregunto si no sería más sencillo, incluso más sabio, ir cejando en nuestro empeño, permitir que esa puerta se vaya abriendo (tampoco hay que hacerlo de golpe, mejor poco a poco, para ir apreciando los cambios), e ir saludando, aprendiendo a mantener una relación cordial con quien entre.
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