Iñaki C. nazabal

VI

Es evidente que si algo interactúa es la vida. Si voy al monte con tacones, corro el riesgo de romperme el tobillo y quedarme cojo para lo que me queda (por esto nunca llevo tacones al monte). Pero lo mismo voy con mis superbotas y me troncho una rodilla..

Si entendemos realidad como presente, claro que soy en parte quien he provocado ser. Y dentro de éste, hay una parte voluntaria y otra, asumida o por asumir, que no dependió de mí. E incluso, dentro de mi voluntad, hay una parte de la que no soy responsable, pues la forma mi naturaleza (sería como sentirse culpable por no saber/poder volar).

Dolor. No físico, ese otro, el sufrimiento. Cuánto provocamos (todos lo hacemos).. pero, ¿cuánto es imputable a esa capacidad de crear nuestra realidad?

Para que haya culpa, ha de haber intención. Y aunque valoremos la capacidad de autoengañarnos y hacernos creer que es inconsciente lo que en realidad permitimos, sólo podríamos llamar culpable a la parte de nuestra voluntad que no responde a nuestra naturaleza.

Si tenemos en cuenta además que, lo mismo que yo interactúo, interactuamos todos (y mira que somos muchos).. ¿qué parte tiene que ver mi voluntad en lo que sucede a otros?

Quiero decir.. ¿no será más bien cada uno responsable de su propio dolor? Y si es así (que parece que sí).. ¿a qué la culpa?

Sentirse culpable de la parte de nuestro dolor que afecta a otros me parece, sinceramente, rizar el rizo. Para eso, es más sencillo salir a la calle y darle un guantazo al primer chiquitín que pase desarmado (y ya tenemos una disculpa cojonuda para sentirnos mal).
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