Iñaki C. nazabal

truco IV. hazlo, sin más

Estoy en la mesa más cercana a la puerta, alimentándome con un bocadillo de patata plastificada (me niego a llamarlo tortilla), con la mente vagando por mis asuntos, cuando me llega una voz enfadada de anciano.
-Ya te he dicho que subas! Sube! Sube!
Me giro por instinto. La entrada tiene un escalón bastante elevado, que una señora no ha acertado a subir, y ahora su marido, consciente de que no puede levantarla del suelo, no acierta con la palabra y se ofusca en la misma orden.
-Sube!

No salto como un resorte (no estoy ya para eso), me acerco tranquilo. La señora intenta balbucear algo que no se entiende, y da la impresión de que no ve ni oye bien, el señor está a medio camino entre el susto y el enfado.

Tengo experiencia en levantar a gente del suelo, no viene a cuento por qué. Ante los curiosos de la calle que estaban allí antes que yo, la ayudo a sentarse en el suelo y le digo al oído
-Tranquila, voy a levantarte.
Paso los brazos por debajo de sus hombros, apoyándola en mis muñecas para asegurarme de no apretar, tiro un poco para que sienta la presión y digo
-Te levanto, vale? Va..
Asiento al señor en silencio para calmarle (a veces sólo hace falta eso) y comienzo a tirar firme, continuo, lento.

Me ha pasado cada vez. En cuanto los hombros del sujeto que levanto superan mi ombligo, el resto lo hace él. Que alguien se haya caído y no pueda o no se atreva a levantarse, no implica que no pueda mantenerse en pie.

Una vez incorporada la mujer, les dejo que reinicien a su aire la maniobra, no sin antes aclarar a la mujer
-Es un escalón muy grande, tienes que levantar mucho el pie.
El hombre, ya calmado, me dice
-Gracias, señor.
y noto que, con el tiempo, me estoy acostumbrando a esto de "señor".

Entre las voces del marido
-Sube! Más! Más!
regreso a mi bocata (a veces como, otras sólo me alimento) y desde la mesa de al lado una mujer me sonríe y asiente, quizá queriendo decir "bien hecho", pero yo lo interpreto como "gracias".

Y algo me dice que alguno de los presentes, la próxima vez que alguien caiga a su lado, en vez de quedarse mirando como un pasmarote, procederá a ayudar. Total, ya ha visto que no es tanto el esfuerzo.
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