Dicen que el mundo está loco, pero yo creo que, básicamente, es tonto:
El hombre más rápido del mundo es un ídolo, pero seguro que no echa mano a un chihuahua.
No se hizo rico el que inventó el regaliz, sino el que lo cortó en rombitos y le dio un nombre comercial.
El campeón de los pesos pesados (por no nombrar al de lucha libre) es un icono, pero no podría con el mulo de mi tío Paco, que una vez le picó un tábano y reventó la cuadra a coces.
Dicen que es buena la alternancia en el gobierno, pero entre los de siempre.
La marihuana es ilegal, pero el "vino" en cartón se vende en los supermercados.
La industria musical es cultura, pero llena el mercado de subproductos fabricados en serie (qué decir del mundo literario).
El arte moderno tiene que ser explicado, luego, por definición, no emociona.
Las mismas películas que fueron defenestradas en su estreno son hoy objeto de culto y aclamadas por la crítica.
Hace más de veinte años que salió el último grito en coches, y siguen gritando.
Los científicos se empeñan en demostrar que la ciencia estaba equivocada.
El discurso del premio nobel de la paz es justificar la guerra.
Las niñas de catorce años se maquillan para aparentar más edad, estropeándose la piel para tener que operarse de estética antes.
Han diseñado la bala ecológica (lo juro). Mata mejor, y contamina menos.
Los gobiernos regalan nuestro dinero a los bancos para que nos lo presten a intereses de usura.
Se crean celebridades de la nada para luego vilipendiarlas argumentando que no tienen mérito alguno.
Dicen que la base de la economía es que consumamos, y después pretenden salvarla bajando los sueldos.
Y así hasta el infinito. El mundo es tonto.
Pero no lo has diseñado tú. Es sólo lo que te muestran. Siéntate tranquilo en una esquina, sonríele, dale la razón (como a los tontos) y sigue a tu bola.
