Iñaki C. nazabal

en cada esquina un maestro 36

No importa si él es mejor guitarra que yo o no, lo que importa es que los dos juntos somos mejores que diez guitarras. Keith Richards

A menudo, y nmo sólo en el plano artístico y profesional, las personas se relacionan entre sí compitiendo entre ellas. Sucede incluso en muchas parejas, que pronto se convierten en una especie de lucha de poder.

Tengo alguna experiencia en grupos de rock y, como nunca me he subido a un escenario con una pareja, y si me han aplaudido no lo voy a contar aquí, hablaré de lo que sé y puedo, y ya se encargará el lector de encontrar las analogías.

Básicamente, y en lo que al asunto concierne, hay dos tipos de bandas de rock: La reclutada y la reunión de músicos.

La reclutada (que vendría a ser como un matrimonio de conveniencia) es en la que un músico compone y firma las canciones. En algunos casos, incluso les dice a los demás qué deben tocar con su instrumento. Aquí poco hay que comentar. El que se enrola en una banda de este tipo, por gusto o por las habichuelas, ya sabe dónde se mete.

En la otra categoría, una serie de músicos deciden unir sus talentos por admiración, por respeto, o por puñetera casualidad.
Bien. Desde los primeros ensayos, y esto lo he visto en numerosas ocasiones, parece que el respeto y la admiración desaparezcan, y cada uno trate de "arrimar el ascua a su sardina", de marcar terreno. A la hora de componer canciones (principal objetivo de un grupo si no es de versiones, perdón covers) cada uno cree fervorosamente que sus ideas son las mejores. En cada corte, en cada arreglo o variación, se establece una guerra de egos. El guitarra quiere hacer solos de dos minutos, el bajista se empeña en que hay que meter más coros, el cantante no quiere recortar ni un sólo verso de su maravillosa letra, y el batería se plantea si no estaría mejor en una orquesta de verbenas.
Hay grupos que llegan a deshacerse estando aún en esta tesitura, con un repertorio a medio hacer y cuatro bolos mal echados.

Pero, a veces.. sucede algo. llámelo el lector como quiera, yo lo llamo magia. Y como soy yo el que escribe, con magia se queda. La magia del rock. Aparcados los egos, los talentos y las energías van apoyándose los unos en los otros, entrelazándose hasta alcanzar un punto, un clímax, que sorprende a todos ellos, pues nunca habían llegado hasta ahí, ni juntos ni por separado.

O, como decía mi amigo Aurelio,
-Yo no sé si es la mejor mujer del mundo, sé que es la mejor para mí.
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