Iñaki C. nazabal

en cada esquina un maestro 89

El que vive sin locura no es tan cuerdo como cree. François de la Rochefoucauld

La cordura sólo es otra forma de locura. Quizá de las más peligrosas, pues se sustenta del disfraz con que se viste. Entre sus síntomas más visibles podemos apreciar:
Coloca al que la sufre en un pedestal desde el que puede señalar como locos a quienes no son como él.
Proporciona un guión prestablecido para interpretar toda realidad (creo que a esto los técnicos lo llaman esquizofrenia).
El cuerdo nunca actúa fuera de unas normas que ha aceptado como propias, aunque sean adoptadas.
No gasta el más mínimo¨esfuerzo en comprender cualquier actitud que se salga de su cuadrícula.
Desde su pedestal, se permite decir a los demás “lo que tienen que hacer”. Lo que es “correcto”.
Así, el cuerdo queda impedido para:
Cantar desafinando o sin saberse la letra.
Bailar la música que él mismo tararea.
Crear, pues considera el arte (no sin razón) un tipo de locura.
Reírse a destiempo, de manera espontánea.
Llorar delante de alguien (los hay que ni siquiera lloran a solas).
Descubrirse, mejorarse, reinventarse.
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