La florecilla abre su capullo y exclama: "No te marchites nunca, querido mundo". Rabindranath Tagore
Somos como una pequeña flor, que descubre el mundo ante sus ojos.
pero nos enredamos en la angustia de nuestra propia condición perecedera, en vez de entender y celebrar que el mundo, la vida, están ahí para nosotros, por siempre, desde siempre.