Iñaki C. nazabal

receta I.- ríe y llora


Cuando toque reír, ríe. Cuando toque llorar, llora. Ni lo uno es mejor que lo otro, ni lo otro más necesario que lo uno.

Para lo primero, ya sabes, a tu gusto.. cualquier momento es bueno para arrancarle una sonrisa si uno se lo propone.


Para lo segundo, sólo hace falta disposición (como dice el rap, "aprender a reír, que llorar ya nacemos sabiendo"), ponerse "a ello".

Yo acostumbro a acercarme un rollo de papel higiénico y una bolsa de plástico (es importante la intendencia). Prefiero el papel de combate a los klines, porque no hay que andar sacando de la bolsita (basta con cortar), porque viene mucho más, y porque es más efectivo.
Además, los klines siempre están a mano, el papel requiere ir a por él, prepararlo. No es por si lloro, es porque voy a llorar.
Es importante romper la primera capa del rollo, que quede suelto ahora que aún no estamos afectados (vamos a llorar con intensidad, con auténtico desahogo), y cortar ya tres unidades (las unidades vienen separadas por unas pequeñas perforaciones).
Para enjugar lágrimas, consolar las bolsillas de los ojos (que parece que se queden blanditas cuando uno llora), o retirar restos de maquillaje diluído basta con dos unidades, pero hay que reconocer que uno no empieza a llorar de verdad hasta después de sonarse los mocos. Es como si ahí soltáramos nuestra última resistencia.
Personalmente, doblo por la línea de puntos de manera que las tres unidades parezcan una con el triple de grosor, la sostengo en diagonal frente a mí, pienso (o siento, que siempre me lío) “va”.. y concentro mi esfuerzo en segregar todo eso que me estorba, y no me permite llorar hasta romperme el pecho si hace falta.
Pero bueno, yo es que soy muy bruto.
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